Un trágico suceso del que desearíamos no haber tenido nunca que informar es el que acaeció en un gimnasio de la capital madrileña a finales de julio. Un sargento de la guardia civil de 45 años asesinó a tiros a su ex-novio, de 28, en los vestuarios del gimnasio donde éste se encontraba. Posteriormente, se disparó a sí mismo en la cabeza y, pese a que en un principio los servicios médicos consiguieron mantenerle con vida, acabó falleciendo.
Al parecer los celos tuvieron un papel importante, pues el presunto homicida (habiendo testigos como en este caso no entiendo por qué hay que mantener el "presunto") no acababa de aceptar la nueva relación que había comenzado su ex-pareja. Testimonios de amigos indicaban incluso que el guardia civil había llegado a amenazar a su antiguo compañero sentimental.
Este suceso ha puesto de manifiesto que la mal llamada violencia "de género" (yo prefiero el término doméstica por darse en la intimidad familiar) afecta también a las parejas homosexuales. Plantea por tanto muchos interrogantes respecto a las leyes actuales, que tan sólo contemplan la más habitual violencia del hombre sobre la mujer. Hay quien se pregunta incluso acerca del control sobre las personas que, por motivos laborales, poseen armas de fuego. ¿Deberían hacerse controles psicológicos para evitar mal uso de las mismas?.
En todo caso, un suceso dramático que se saldó con dos muertes que quizá podrían haberse evitado.
Léelo en:
El País 1
El País 2
El Mundo
Público
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